En un artículo previo contaba el caso de una cliente que aún no estaba convencida de dar el salto del mundo corporativo al del trabajo independiente.
Y les compartía que ese salto no iba a ocurrir hasta que ella tuviera la certeza. Porque tener la intención no es lo mismo que tener la convicción.
Precisamente, en ese mismo segmento de indecisos existe otra variante, que está conformada por esas personas que están fascinadas con la idea de tener un negocio, pero no les interesa mucho hacer negocios.
Y acá viene la pregunta incómoda para vos.
¿Te gusta la idea de tener un negocio, o querés hacer negocios?
No, no es lo mismo. Y si no podés ver la diferencia, podrías estar en problemas.
Hacer negocios no es para todo el mundo. Muchas personas no tienen lo que hace falta tener para llevar adelante la parte aburrida del negocio, toda esa parte poco interesante del día a día que te termina abrumando con la rutina. La idea de tener un negocio es muy seductora, pero tener un negocio es poco sexy.
Todo el concepto se parece bastante a ese vestido que a la modelo le queda muy genial en la foto, pero que cuando vos te lo ponés te marca rollos por todos lados, o es muy corto, o muy largo, o todo a la vez (si es que eso es posible). Si sos mujer, sabés de qué te hablo.
Las personas a quienes les gusta la idea de tener un negocio:
Si te ves reflejado, está bien. Todos somos un poco culpables de caer en el hábito de practicar alguna de esas cosas en algún momento. La diferencia radica en que quien realmente hace negocios se toma un recreo corto y vuelve rápido a la carga, mientras que quien prefiere sólo vivir en la idea, dedica la mayor parte de su tiempo a esas actividades poco rentables y poco productivas.
Me encantaría poder declarar que todo el mundo va a tener éxito en los negocios, porque dedico mis días a ayudar que las personas logren sus objetivos y puedan ganar dinero con la idea de negocio que les encanta. Pero tengo que decir las cosas como son. Hacer negocios no es para todos.
Todos los días me encuentro con gente persiguiendo su sueño, pero sólo algunos finalmente se deciden a dar el salto o a cruzar el puente que los lleva al otro lado. Hace falta coraje. Por eso me gusta tanto trabajar con personas audaces.
Tengo una buena noticia para darte. Si leíste hasta acá es muy probable que estés en el camino correcto y que seas alguien que de verdad quiere hacer negocios. Porque los que sólo están detrás de la idea del negocio, los que sólo viven en sus fantasías, probablemente en este punto ya se hayan ido a postear a Facebook otra vez. Obvio.
Que no te de vergüenza identificarte con la lista de más arriba. Vergüenza es elegir quedarte ahí (mientras seguís posteando en Facebook e Instagram, no te olvides).
Ojalá los negocios vinieran con un manual de instrucciones, pero no es así. Zambullirse en un negocio nuevo es hacer un clavado en un mar de incertidumbres. Hay un 85% de probabilidades de no tengas la menor idea de qué tenés que hacer.
Pero se puede resolver.
De nuevo, es tan sencillo como decidir por sí o por no. ¿Querés que esto de verdad funcione? ¿Estás dispuesto a priorizar, a dejar a un costado todo lo que no necesitás hacer, a eliminar excusas y distracciones? ¿Estás dispuesto a trabajar de verdad? ¿A estar incómodo algunas veces? ¿A soportar la rutina, los impuestos, el cashflow, el P&L, que no haya llegado la boleta de la luz este mes y la tengas que reclamar?
No es fácil. En serio. La realidad es que no es nada fácil. Pero vale la pena el esfuerzo.
El primer paso es reconocer que no sabés para que puedas saberlo. Saber da poder.
Definí tu idea de negocio, iluminá los agujeros de tu empresa, creá una lista de prioridades de lo que tenés que hacer ya y lo que te podés perdonar por ahora. Hacete todas las preguntas, las incómodas también. Contratá expertos, pedí ayuda, buscá un coach de marketing y negocios que te pueda acompañar.
Tener un negocio está bueno. Hacer negocios es mejor.
Desafiate a ser una persona de negocios haciendo negocios.
Ya es hora de cobrar lo que vale tu talento. 😉